El Consorcio de Santiago y la editorial Guiverny acaban de publicar el libro Las monteas del convento de Santa Clara de Santiago de Compostela, una obra del historiador Miguel Taín Guzmán y del arquitecto José Calvo López.
En 2014 el Consorcio de Santiago retiró la tarima de madera que forma la capa superior del pavimento de la iglesia del convento de Santa Clara, debido a su mal estado de conservación y con el fin de proceder a su renovación. En aquel momento se observó, bajo la tarima, una gran cantidad de trazados inscritos sobre las losetas de granito que constituyen la base del pavimento. Los arquitectos de la Oficina Técnica del Consorcio reconocieron un gran trazado situado en el crucero del lado de la epístola, que representa con notable fidelidad el remate o coronación de la fachada de la portería del convento. Luego se identificaron otros dibujos repartidos por toda la iglesia. Al estar protegidos por la tarima de madera, los trazados presentan un buen estado de conservación en general.
Estos dibujos servían de guía a los canteros
Durante varios siglos, una vez hecho el plano en papel, durante el proceso constructivo se realizaban en el suelo o en los muros de los edificios dibujos a escala real, grabándolos en la piedra con un punzón metálico. Servían de guía a los canteros para tallar, construir y situar los distintos elementos constructivos. Solían hacerse en el lugar de su emplazamiento final o en sus cercanías.
Las monteas de Santa Clara datan del siglo XVIII, de la década de 1720, bajo la dirección del maestro Simón Rodríguez, formado en la Catedral de Santiago y considerado el mejor arquitecto gallego del barroco de ese siglo. Fueron realizadas para unas obras de ampliación y mejoras del convento, en particular para la construcción del último cuerpo de la fachada de la portería, así como de la talla de su complejo aparato decorativo. Se eligió la iglesia como sala de trazados, debido a su cercanía a la obra que se iba a ejecutar, una superficie de trabajo idónea, amplia, y además protegida de las inclemencias del tiempo.
Una vez descubiertas las monteas, se inició un análisis exhaustivo de las mismas por parte del catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Santiago Miguel Taín Guzmán, especializado en Historia de la Arquitectura, en particular del barroco; y de José Calvo López, profesor de Geometría Descriptiva y de Historia de la Construcción de la Universidad Politécnica de Cartagena. Los dos llevan una década colaborando juntos en el estudio de las monteas aparecidas tanto en Galicia como en el resto de España.
En primer lugar se fotografió con detalle cada dibujo para tener documentado todo el conjunto. Luego la Oficina Técnica del Consorcio de Santiago se encargó de plasmarlos en papel para poder compararlos con la obra finalmente ejecutada. Y el último paso fue reproducir sobre la tarima del suelo todos los dibujos. La nueva tarima se colocó de modo que se facilita el acceso a los investigadores que quieran analizar estas monteas.
Estas monteas representan el mejor ejemplo del barroco en Europa
Este trabajo establece 24 grupos de monteas, de los que 21 corresponden a la iglesia y tres a monteas existentes en otras dependencias del convento. “Lo relevante de estos dibujos, que destacan tanto por su cantidad y dimensiones como por su calidad, es que nunca hasta el momento habían aparecido monteas de un edificio prácticamente completo. Es la primera vez que aparece el conjunto de trazados necesarios para construir todo un inmueble. Se trata de un caso excepcional en Europa. Este hallazgo permite comparar la iglesia de Santa Clara con las pocas salas de trazado conservadas en el mundo, como las existentes en las catedrales de York, Wells, Sevilla o la de Santiago. Pero la dimensión de este conjunto supera ampliamente la de estos casos, convirtiéndose en el mejor ejemplo del barroco en Europa” -destaca el profesor Taín-.
Estas monteas permiten, además, conocer la maestría en el trazo de Simón Rodríguez, de quien hasta el momento sólo se conocía un alzado en papel de la Torre del Reloj de la catedral compostelana y una planta y sección de la propia catedral. “El hallazgo aporta datos de grandísimo interés no sólo para el conocimiento de la concepción y ejecución del edificio de la portería de Santa Clara, sino también para el conjunto de la arquitectura barroca gallega y, por extensión, de la española” -indica el profesor-.