La Casa del Cabildo acoge desde principios de junio la exposición “Lado, unha saga de ourives composteláns”, comisariada por Chus Iglesias Prado -orfebre- y María Gómez García -licenciada en Bellas Artes, restauradora y profesora de joyería en la Escuela Mestre Mateo-. Es un homenaje al orfebre Julio Lado, último y máximo exponente de una saga familiar dedicada a la orfebrería con fuerte enraizamiento en Compostela desde el siglo XIX.
Desde junio, la muestra recibió alrededor de 15.850 visitas. El último día para poder recorrerla es este domingo, 24 de octubre. La Casa del Cabildo abre de martes a sábado de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00 horas, y los domingos de 11:00 a 14:00 horas; los lunes está cerrada al público.
Julio Lado es la cuarta generación de esta familia numerosa de orfebres. La muestra reúne una selección de piezas realizadas por él a lo largo de su vida, “piezas de un elevado valor porque nadie cincelaba ni repujaba como él, es un auténtico maestro” -destacan las comisarias-. También se muestran los dibujos originales de las obras, lo que permite conocer cómo fue el proceso de trabajo. Además, se recreó una pequeña parte de un taller con un tabliz -banco de trabajo- con herramientas tradicionales muy antiguas, algunas de ellas ya no existen y muchas ideadas por la propia familia. Son piezas realizadas con técnicas centenarias en peligro de desaparición como el cincelado y el repujado.
Julio Lado Martínez nace en Compostela en 1937. Es el octavo de diez hermanos, siete de los cuales continúan en el taller familiar la saga iniciada por el bisabuelo en la calle Rapa da Folla. Cuando tenía 15 años muere su padre y empieza a trabajar en el taller, trasladado por el abuelo al número 40 de la rúa do Vilar, en el que se forma con su hermano Ángel, Premio Nacional de Orfebrería en 1964.
El cincelado se convirtió en la señal de identidad de Julio y Ángel. Recibían encargos de objetos religiosos de la Iglesia, que trabajaban artesanalmente. En menor medida realizaban piezas de carácter civil, debido a que el público se decantaba por las de fábrica, hecho que amenazaba la continuidad de los talleres dedicados a la orfebrería artesanal de la ciudad. En 2011, tras casi siglo y medio de trabajo, cierran la joyería y el taller por jubilación, aunque Julio, con 84 años, 70 de ellos dedicados al oficio, continúa en activo, nunca dejó de crear.