El Consorcio y la Universidad de Santiago acaban de publicar el libro Fray Manuel de los Mártires, maestro de obras de San Domingos de Bonaval, que recoge la trayectoria del arquitecto dominico en Compostela.
Esta publicación muestra los resultados de la investigación realizada por Paula Pita, licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Santiago, como parte de su proyecto de tesis doctoral, centrada en los frailes arquitectos del siglo XVIII en Galicia. Fray Manuel de los Mártires (1734ca.-1772), maestro de obras de San Domingos de Bonaval, fue uno de los arquitectos más relevantes de cuantos trabajaron en la ciudad de Santiago de Compostela en el segundo tercio del siglo XVIII. “Contemporáneo de Lucas Ferro Caaveiro y de Clemente Fernández Sarela, y, como ellos, sucesor de Fernando de Casas y Novoa y de Simón Rodríguez al frente de las grandes fábricas compostelanas, su figura quedó en un segundo plano, oculta en parte por la falta de información sobre su vida y de algunos de sus trabajos” -destaca la historiadora-.
Tal como explica el profesor Miguel Taín en el prólogo del libro, “los monasterios y conventos captaban a jóvenes maestros de obras y canteros, algunos de ellos con cierta instrucción en arquitectura. Así se construyeron, mantuvieron y prosperaron las propiedades de la Iglesia gallega durante siglos. Sólo algunos de estos frailes arquitectos sobresalieron en el ejercicio de su oficio, siendo llamados por otras comunidades, instituciones y particulares para la construcción de edificios que luego pasaron a la historia de la arquitectura por su monumentalidad, modernidad, sensibilidad y, en algunos casos, originalidad del diseño. Es el caso de Fray Manuel de los Mártires”.
La pérdida del archivo del convento de San Domingos de Bonaval dificulta el estudio de la vida y de la obra del fraile
Fray Manuel de los Mártires fue el arquitecto dominico del convento de San Domingos de Bonaval, formado en el cenobio y responsable del mantenimiento y renovación de la extensa fábrica del mismo, así como del patrimonio que poseía la ciudad y la región, hoy de muy difícil identificación por la pérdida del archivo conventual.
Paula Pita dedicó más de una década a escudriñar archivos y bibliotecas, buscando huellas del trabajo del arquitecto. En este manual se hace un recorrido por la familia del fraile, su formación compostelana, sus libros y posibles lecturas, su lenguaje artístico y constructivo, su relación con colegas de oficio y el rango de su clientela.
La publicación hace un recorrido por todas sus obras en la ciudad e incluso en otros puntos de Galicia como la capilla del Pazo de Oca, la iglesia de Santiago de Pontedeume o la de los dominicos de A Coruña. Y la autora finaliza analizando el quehacer del arquitecto como perito tanto en litigios judiciales -como el sucedido entre el cabildo y el párroco de la Corticela- como en supervisiones de proyectos y obras emprendidas por compañeros de profesión.
Un arquitecto con una gran libertad creadora
La historiadora señala que “con su fallecimiento se extinguió la última generación de arquitectos barrocos asentados en Compostela. Hombre de orígenes inciertos, la eclosión profesional de este dominico llegó de manera tardía, cuando mediaba la treintena, circunstancia que no mermó su capacidad para disfrutar de una trayectoria profesional notable en el foco compostelano durante casi cuatro décadas. Aunque su despegue como arquitecto se dio al amparo de la Orden de Santo Domingo, enseguida llamó la atención de importantes mecenas particulares y de las principales instituciones de Compostela como el cabildo catedralicio, el Ayuntamiento o la Universidad”.
Paula Pita destaca que la mayor virtud como tracista de Fray Manuel de los Mártires residía en su libertad creadora y en la permeabilidad que mostró respeto a la tradición barroca gallega. “Su estilo personal le permitió resolver de manera armónica importantes intervenciones en edificios ya construidos. Los patios traseros del Hospital Real (hoy Hostal de los Reyes Católicos), la construcción de partes del convento de Belvís o de la iglesia de Pontedeume son buenos ejemplos de su capacidad para intervenir en edificios históricos sin generar resultados traumáticos” -indica-. El arquitecto demostró además una gran capacidad para abordar obras de entidad con bajo presupuesto, como las casas de los canónigos de la Colegiata de Sar.
Al final de su vida tuvo que adaptar sus trabajos a los nuevos postulados artísticos, limpiando sus obras del exceso ornamental como la iglesia de los dominicos de A Coruña y la que pudo ser su última creación, la escalera de la iglesia de San Martiño Pinario.